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Alemania, fulminada por Corea del Sur en un Mundial propio de Hitchcock (2-0)

gol de corea a alemania
Son celebra el primer gol de Corea ante Alemania. Julio Muñoz. EFE.

Una jornada apasionante acaba con la campeona eliminada a pies de Corea, con México en octavos tras estar muchos minutos en vilo y Suecia como primera de grupo

27 de junio de 2018 – Krasnodar – Agencias.

El no va más. En Rusia se vivió una de las jornadas más arrebatadoras y excitantes en la historia de los Mundiales. Una intriga a la altura del mejor Hitchcock acabó con el campeón, el gigante alemán, en la lona, zurrado por una épica Corea. La electrizante trama tuvo de todo. Con la goleada de Suecia a México (0-3), los aztecas estuvieron a un meñique de la eliminación si con 0-0 hubiera marcado Alemania, un demonio para cualquier rival cuando se ve agonizante. Luego, más y más suspense.

Fue tan conmovedora la tarde que llegó un momento en el que a la superpotencia alemana no le hubiera bastado ni con el 1-0. Todo México en vilo, con sus muchachos desconcertados aún sobre el campo mientras se eternizaba el choque de los campeones. Toda Alemania consternada ante el batacazo monumental que se podía avecinar. Toda Corea del Sur en combustión ante una inminente victoria de incalculable prestigio. Y un descorche mundial en toda Suecia, donde aún maldecían su suerte ante la puntería terminal de Kroos en su desconsolador segundo partido.

A todo esto, por si el desasosiego no fuera suficiente, intervino el VAR en el duelo entre europeos y asiáticos. Respiración asistida para todos los implicados, y tantos y tantos adeptos repentinamente nacionalizados por unos u otros. Sin goles entre Alemania y Corea, el árbitro anuló por fuera de juego un gol de Kim Young-Gwon. Pero los linces del VAR se percataron de que el chico no estaba fuera de lugar al haberle llegado el balón de un contrario, de un involuntario punterazo de Toni Kroos, héroe un día, villano otro (ya falló en el tanto de los suecos).

Con el aquelarre alemán mucho tuvo que ver el fútbol. Alemania no lo tuvo desde su estreno con México. Ni siquiera su bingo en el último parpadeo ante Suecia le devolvió a la senda esperada. Hace tiempo que la selección germana tomó nota del modelo español y se alistó al juego más sutil que físico. De las antiguas trombas de los machotes alemanes y sus arietes como pértigas, al fútbol más hilado. De nada ha tenido en Rusia, salvo algún chapoteo de Kroos. Contra Corea, de nuevo Özil, pilar básico en el armónico formato impuesto en la era Löw —renovado, por cierto justo antes del torneo—, evidenció el desplome alemán. El extravío del exmadridista no tuvo remedio ni ante la entusiasta Corea. Sin finura, Alemania tampoco tuvo el vigor que le caracterizaba. Encapsulada Corea, se limitó a propagar un mal centro tras otro. Muchos, una gran mayoría, sin vuelo ni picante, de lo más ordinarios. Kroos no tuvo el auxilio de Khedira, sujetado en el dique. Al jugador de la Juve le falta muestrario para articular el juego, y sin llegada resulta rutinario.

Sin gracia y sin chicha, Alemania se vio sometida por las emboscadas coreanas, un equipo al que le va el cuerpo a cuerpo. Desde luego, Corea, en su cuyo organigrama técnico figuran los españoles Toni Grande y Javier Miñano, ex auxiliares de Vicente del Bosque, no se arrugó. De hecho, ya en el segundo acto tuvo horizontes más que despejados para fulminar a su adversario. La ingenuidad les pudo más de la cuenta.

Gripado el equipo, Löw lanzó un órdago con todas las baterías de asalto: Mario Gómez, Müller, Brandt, Werner, Reus… Nada de nada, salvo un cabezazo de Goretzka desviado con una estirada fantástica por el portero Woo. Justo después llegó el primer gol de Suecia. Ni así había dudas de que llegaría el milagro alemán, un fenómeno clásico en este deporte. Y máxime cuando el árbitro decretó seis minutos de tiempo extra.

El mundo al revés: el prodigio fue coreano. Marcó Young-Won. Banderazo del asistente. El árbitro que se toca el pinganillo. Chivatazo, consulta a la pantalla y bingo: 1-0. Müller se desgañitaba con sus camaradas con gestos de que había tiempo. A tenor de su historia futbolística, para Alemania el tiempo siempre menguaba más lentamente que para los terrenales. De ahí que, a la desesperada, incluso Neuer, su portero, se fuera al asalto. Se suponía que a rematar, pero al tipo le dio por querer marcarse un regate. Un sainete. De traca. Perdió la pelota y Corea lanzó a Son rumbo a la gloria con las puertas celestiales de Neuer abiertas de par en par. La puntilla final a una de las mayores sorpresas de la historia, quizás la mayor por la diferencia de tamaño futbolístico con Corea.

El coreanazo obligó al campeón a salir de Rusia por la gatera. Como ya hicieran al Mundial siguiente de entronizarse Italia (1950 y 2010), Brasil (1966), Francia (2002) y España (2014). Cuando juega Hitchcock ni los campeones están a salvo. En Rusia, y más con los ajustes del VAR, que todos tomen nota.

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