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Argentina disfruta de una victoria ante México en la antesala del River-Boca

Renzo Saravia
Renzo Saravia celebra un gol ante México. Marcelo Endelli. Getty

La albiceleste se hace con el triunfo en un amistoso celebrado en el país sudamericano donde la atmósfera está impregnada por el superclásico

16 de noviembre de 2018 – Buenos Aires – Agencias.

En un alto al fuego entre las finales de la Copa Libertadores entre River y Boca, el dios de todos los partidos, la selección argentina le ganó 2-0 a México este viernes por la noche en uno de esos amistosos terrenales, jugados más por compromisos comerciales que por interés deportivo. La atmósfera está tan impregnada del superclásico que definirá al campeón de América que una de las figuras argentinas fue Leandro Paredes, el exfutbolista de Boca, hoy en el Zenit de Rusia, del que se dijo que forzó una suspensión en la liga rusa para no perderse la final (y que, casualidad o no, el domingo pasado estuvo en La Bombonera).

En un partido que dejará tan pocas secuelas que también se podría decir que Argentina empató 2-0 o que México empató 0-2, los goles fueron convertidos por Ramiro Funes Mori a los 44 minutos del primer tiempo, con un cabezazo que venció a la figura mexicana, Guillermo Ochoa, imperial hasta el momento, como si festejara a lo grande su centésimo partido en el arco del Tri, y por Isaac Brizuela en contra, a los 38 del complemento. Si las tribunas del estadio Mario Kempes, en Córdoba, estuvieron con un buen marco, en un 70% de asistencia, fue porque la organización decidió el lunes bajar el precio a la mitad: las más baratas, que costaban 700 pesos argentinos (20 dólares), pasaron a 350. Y tampoco alcanzó para llenarse, pero al menos maquilló el desinterés inicial.

Para México fue una doble ratificación de una geografía difícil: fue su cuarto partido como visitante contra la albiceleste, todos amistosos, y continúa sin ganar en Argentina (las anteriores habían sido 0-1 en 1962, 1-1 en 1984 y 0-0 en 1991, todos en Buenos Aires). A la vez fue su regreso a Córdoba, la segunda ciudad más poblada del país, a 700 kilómetros al noreste de Buenos Aires, donde sufrió su mayor derrota en la historia de los Mundiales: en el mismo estadio, ahora remodelado y rebautizado como Mario Alberto Kempes, perdió 0-6 contra Alemania Federal en 1978.

No sólo fue un partido amistoso, sino también amigable, entre dos selecciones jóvenes que no contaron con sus figuras habituales (Hirving Lozano, Javier Hernández, Andrés Guardado ni Carlos Vela por el lado de México; ni Sergio Agüero, Nicolás Otamendi, Ángel Di María y ni hablar Lionel Messi en Argentina) y que utilizaron el partido como excusa para buscar piezas de renovación después del Mundial de Rusia. Y aunque todavía no sean incuestionables en los mejores equipos de Europa, Argentina mostró que algunos de sus jóvenes pueden ser una variante para el futuro: en su debut, Juan Foyth se lució en la defensa (fue elegido por la organización como la figura), Paredes y Giovani Lo Celso construyeron una buena sociedad en el mediocampo y Lautaro Martínez, mientras busca encontrar su lugar en el Inter, debió haber convertido si no fuera porque chocó contra un gran Ochoa.

México, es cierto, estuvo a punto de abrir el marcador cuando el partido estaba 0-0, pero Agustín Marchesín respondió con arrojo ante Marco Fabián. También Raúl Jiménez pudo convertir el 1-0 en los primeros minutos. Pero una vez que la albiceleste tomó el control, el arco argentino le quedó a México tan lejano como si el partido se jugara en el Azteca. En el segundo tiempo, el Tri ya no probó al arquero del América. El único momento de tensión fue cuando el técnico interino de México, Ricardo Ferretti, se enojó porque no le dejaron hacer un séptimo cambio a su equipo cuando se lesionó Néstor Araujo y ya había realizado las seis modificaciones reglamentarias. En ese momento llegó el 2-0 final de Argentina.

Fue, también, un partido entre dos selecciones con técnicos provisorios después de las salidas de Juan Carlos Osorio y Jorge Sampaoli, aunque sea difícil encontrar otros puntos en común entre Ferretti y Lionel Scaloni. Mientras El Tuca, que sigue siendo el entrenador de Tigres, ya suma más de 1.000 partidos en su trayectoria, el argentino todavía no dirigió ningún partido por competencia oficial. En verdad, Scaloni ocupa el puesto con la ubicuidad como buen aliado: su primera participación en un cuerpo técnico fue junto a Sampaoli en el Sevilla, en la temporada 2016-2017, para cumplir el rol de nexo entre los jugadores y el entrenador. Luego acompañó a Sampaoli a la selección pero, tras la renuncia del entrenador, Scaloni siguió en la AFA y aceptó reemplazarlo tras Rusia 2018, por ahora de manera transitoria. Pero si en México parece inminente la llegada de Gerardo Martino, la buena estrella de Scaloni podría continuar: ante los sucesivos rechazos de Diego Simeone, Mauricio Pochettino y Marcelo Gallardo, la AFA dejó trascender que también dirigiría la Copa América de Brasil 2019.

La doble jornada amistosa entre Argentina y México cerrará este martes en Mendoza, 1.000 kilómetros al oeste de Buenos Aires, seguramente con otros apellidos, el recambio del recambio. Es el nuevo escenario al que deberán acostumbrarse las selecciones americanas para las fechas FIFA desde el comienzo de la Copa de Naciones de la UEFA, en septiembre pasado. Y además, en Argentina todo huele a River-Boca.

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