La nación

EE UU propone poner fecha de caducidad al TLC

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Wilbur Ross, secretario de Comercio de EE UU YURI GRIPAS. REUTERS.

El Gobierno de Trump lleva a la mesa de negociación una cláusula que convertiría el acuerdo en papel mojado en cinco años si no hay acuerdo previo

12 de octubre de 2017 – México – Agencias.

La Administración Trump ya ha puesto encima de la mesa de renegociación del TLC la primera de sus “bombas nucleares”, en palabras de un negociador mexicano. Washington quiere poner fecha de caducidad al Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLC): cinco años si los tres países firmantes (México, Canadá y los propios Estados Unidos) no acuerdan lo contrario. La propuesta, fue deslizada a última hora de la noche del miércoles por la delegación estadounidense y amenaza con dinamitar el mayor pacto comercial del mundo: ni México ni Canadá están dispuestas a pasar por el aro.

Fuentes mexicanas cercanas a la negociación tildan la propuesta, una de las primeras que EE UU pone encima de la mesa, de “muy negativa”. “Es un pésimo principio que cada cinco años tengas que renegociar o, peor aún, que cada cinco años el acuerdo se dé por terminado”, subrayan desde el Gobierno mexicano. “El poner explícitamente una cláusula de este tipo es claramente es contrario a lo que hacen los acuerdos comerciales. Si la única certidumbre es la terminación y solo por un voto se puede continuar o refrendar, estaríamos dándole a los inversionistas de los tres países muy malas indicaciones sobre el mantenimiento y longevidad de un acuerdo comercial”, subrayó hace tres semanas el secretario de Economía mexicano, Ildefonso Guajardo. En la Ciudad de México, el movimiento de Washington se interpreta como el principio del fin del tratado por parte de la Administración Trump, que ha puesto encima de la mesa un punto a priori inaceptable para sus dos socios en el TLC. También para el empresariado de los tres países.

La cláusula de terminación automática del tratado a cinco años no solo despierta rechazo fuera de EE UU. Su conveniencia despertó a mediados de agosto, cuando fue filtrada por el portal informativo Politico, un acalorado debate en el seno de la propia Administración republicana. Mientras el Departamento de Comercio, con Wilbur Ross al frente, la defiende como una forma de forzar a las partes a sentarse a la mesa cada lustro, sus homólogos de Agricultura y del Departamento de Estado han criticado con dureza la propuesta. En el primer caso, por la inestabilidad e incertidumbre que supondría para el campo estadounidense, muy dependiente de las exportaciones a Canadá y, sobre todo, a México. En el segundo, por cuestiones puramente legales y de daño a la relación bilateral con sus dos mayores socios comerciales.

Cuando se filtró la intención del Ejecutivo estadounidense de proponer una cláusula de terminación automática del TLC, el embajador canadiense en Washington, David MacNaughton, se mostró muy crítico. “Si todos los matrimonios tuviesen una cláusula de finalización a cinco años vista, nuestra tasa de divorcios sería endiabladamente más alta de lo que es ahora”. La mejor solución, prosiguió en un foro organizado por Politico, “sería tener buena voluntad y trabajar conjuntamente en los tiempos difíciles en vez de fijar una fecha arbitraria en la que, si hay desacuerdos en algún punto, se cancela el tratado”.

Muchos acuerdos de libre comercio de nueva hornada prevén exámenes cada cierto tiempo, pero no contemplan cláusulas de terminación automáticas que, en la práctica, ponen fecha de caducidad al texto. Sí se utilizan para puntos muy específicos de estos tratados, como en la normativa antidumping, para obligar a las partes a sentarse a dialogar con una regularidad fijada de antemano. “Desalentaría la inversión y dañaría las perspectivas de crecimiento en los tres países”, valoraba en un artículo reciente Jeffrey J. Schott, experto en economía internacional del Peterson Institute. “Las cláusulas de terminación automática tienen valor cuando se usan en el contexto adecuado, (…) pero no en el TLC. Solo añadiría incertidumbre y minaría los esfuerzos de profundizar en las cadenas de valor regionales. Los funcionarios de comercio deberían abstenerse de proponer actualizaciones llenas de fanfarronería y sin ningún beneficio para la economía estadounidense”, alegaba Schott. Con la propuesta de este miércoles, las autoridades de su país han hecho caso omiso a sus recomendaciones.

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