Religión

El Papa condena la deforestación y la trata de personas en plena selva amazónica

papa en peru
El papa Francisco habla a los indígenas en Puerto Maldonado, en la Amazonía peruana.

Los indígenas peruanos piden a Francisco que les ayude a salvar sus pueblos y la selva

19 de enero de 2018 – Lima – Agencias.

El Papa más ecologista de la historia, que ha dedicado su encíclica Laudato Si a la necesidad de salvar el planeta, arrancó su visita a Perú con una inédita reunión con grupos indígenas en plena selva amazónica, en Puerto Maldonado. Allí, varios representantes de estos pueblos, ataviados a la manera tradicional, reclamaron en tono dramático al Papa que les defienda, que impida que la minería y la industria maderera o petrolera arrasen con la selva y acaben con ellos. Francisco recogió el guante y clamó contra la deforestación, la minería ilegal y la trata de personas, auténtica plaga de estas zonas selváticas donde el Estado no llega, o la esterilización masiva sin consentimiento, que llegó a su cénit durante el Gobierno de Alberto Fujimori.

La cita con los indígenas era una de las más esperadas en el viaje del Papa. Después de abandonar Chile, uno de los viajes más complicados de sus cinco años de papado, donde le persiguió el escándalo de los abusos sexuales y su apoyo a un obispo acusado de encubridor, y quedó en evidencia la crisis de la iglesia chilena porque el Papa no logró llenar casi ninguno de sus actos y apenas había gente por las calles, en Perú el giro ha sido de 180 grados. Desde su aterrizaje, el Papa comprobó que Perú es un país donde el catolicismo está mucho más fuerte que en Chile. A cada paso se ven masas y entusiasmo desbordado, y el Papa sonríe mucho más. Así, de los problemas internos de la Iglesia pasó al discurso que más le interesa, el de la defensa de la lucha contra el cambio climático, el cuidado de la amazonía, y la protección de los pueblos originarios.

Ahí se siente mucho más cómodo y los indígenas agradecieron mucho sus palabras, que fueron muy directas. Algunos representantes de los pueblos de la amazonía expusieron en forma cruda frente al Papa y por tanto con una audiencia global cómo están siendo aniquilados, explotados, esclavizados en algunos casos y sobre todo cómo su territorio natural está siendo destruido sin freno. “Somos los supervivientes. Nuestros hermanos sufren por la tala de árboles, los buscadores de oro, de petróleo, de gas. Le pedimos que nos defienda. Los foráneos nos ven débiles y nos quitan el territorio. Podemos desaparecer. Queremos que nuestros hijos se eduquen pero no que la escuela borre nuestras religiones y nuestra cultura, nuestra sabiduría ancestral. Tenemos miedo. La tierra, los animales, los peces se están muriendo”, clamaron varios indígenas.

Al encuentro asistieron además obispos de nueve países de la Amazonía, entre ellos el cardenal de Sao Paulo, Claudio Hummes, como anticipo del sínodo panamazónico que se realizará en 2019 por iniciativa del Papa. Al final del encuentro, el apu (jefe) de la etnia awajún Santiago Manuin colocó en la cabeza una corona de plumas al Santo Padre, que solo reciben los sabios o líderes en su región. Manuin es uno de los sobrevivientes de un enfrentamiento ocurrido entre pueblos indígenas y la Policía Nacional el 5 de junio de 2009, en Bagua, selva norte, cuando los agentes dispararon para terminar con el bloqueo de una carretera durante una huelga.

El Papa no redujo ese dramatismo que plantearon los indígenas. “Nunca han estado tan amenazados en sus territorios como ahora”, admitió. “La Amazonía es tierra disputada desde varios frentes: por una parte, el neo-extractivismo y la fuerte presión por grandes intereses económicos que apuntan su avidez sobre petróleo, gas, madera, oro, monocultivos agroindustriales. Por otra, la perversión de ciertas políticas que promueven la ‘conservación’ de la naturaleza sin tener en cuenta al ser humano y, en concreto, a ustedes hermanos amazónicos que habitan en ellas”, aseguró Francisco, que ha sido muy criticado por los conservadores precisamente por ese discurso contra los grandes grupos capitalistas.

“Para algunos ustedes son un obstáculo. En realidad son un grito a la conciencia, memoria viva de la misión que Dios nos ha encomendado a todos: cuidar de la casa común”. Francisco no evitó ninguno de los temas sensibles que sufre esta zona, una de las más pobres de Latinoamérica, alejada de cualquier protección del Estado. Explicó que había visto un cartel contra la trata en el aeropuerto, y recordó que este es un problema especialmente grave en la zona, donde el uso de “mano de obra esclava y los abusos sexuales claman al cielo. No miremos para otra parte”. Entre 2014 y 2016, las autoridades peruanas registraron 5.114 víctimas de trata.

El Papa también clamó contra la esterilización forzada de las mujeres indígenas, uno de los delitos por los que se procesó a Fujimori, ahora indultado por Pedro Pablo Kuczynski, que acompaña al Papa en todos sus actos y trata de usar su viaje para calmar la revuelta política peruana. “No nos dejemos atrapar por colonialismos disfrazados de progreso”, dijo como rechazo a planes de control de natalidad de algunos organismos internacionales. El Papa mantiene la tradicional oposición de la Iglesia tanto a los anticonceptivos como al aborto.

Deforestación, trata y minería ilegal

La elección de esta zona para arrancar su viaje peruano no es casual. En 2017, Tambopata, la provincia de la que es capital Puerto Maldonado, tuvo la más alta tasa de homicidios del país, 29,5 por cada 100.000 habitantes, según el Instituto Nacional de Estadística, tres veces más que el promedio del país. A Puerto Maldonado llegan trabajadores de la minería ilegal, y también menores de edad y adultas reclutadas con la promesa de un trabajo como azafatas de restaurante que terminan engañadas como trabajadoras sexuales en los ‘prostibares’ de los campamentos de la minería ilegal. Algunas mujeres que intentan escapar, luego son castigadas con violación colectiva, a otras las asesinan. Además, hay bandas de extorsionadores que cobran cupos a los mineros ilegales, y cuando no pagan, los matan y desaparecen.

Según la Amazon Conservation Association, desde 2012, más de 4.400 hectáreas de bosque han sido deforestadas por la minería ilegal en la zona de amortiguamiento de la Reserva Nacional de Tambopata, el principal territorio de biodiversidad de la región Madre de Dios. En su recorrido en Puerto Maldonado,

Francisco además visitó el hogar El Principito, un albergue autogestionado con los ingresos generados por tres empresas sociales creadas por iniciativa del sacerdote suizo Xavier Arbex hace 21 años. Una heladería, un lodge ecoturístico y una librería papelería financia el hogar que acoge a 100 niños que han sido declarados en abandono por jueces de menores, y que pasaron por maltrato físico o psicológico. Los niños reprodujeron delante del Papa unas escenas en las que los indígenas son esclavizados por hombres blancos pero después llegan los misioneros para ayudarlos. El viaje de Francisco entra por tanto en una fase mucho más cómoda que la chilena, aunque en Perú también hay escándalos por abusos sexuales dentro de la Iglesia que Francisco tendrá que afrontar.

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