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Hallados los restos de Maëlys, la niña francesa desaparecida en una boda en agosto

Homenaje a Maelys
Homenaje a Maëlys en el lugar de su desaparición el pasado agosto. PHILIPPE DESMAZES. AFP.

El principal sospechoso, tras negar durante seis meses su implicación, ha confesado haberla matado “de manera involuntaria”

14 de febrero de París – Agencias.

Los peores temores se han confirmado. Maëlys de Araujo, la niña de 9 años cuya misteriosa desaparición el pasado agosto durante la celebración de una boda en Isère, en el este de Francia, conmocionó a todo el país, está muerta. La policía halló sus restos este miércoles en el lugar en el que el sospechoso durante todo este tiempo de su desaparición, Nordahl Lelandais, reconoció finalmente haber escondido su cadáver tras haberla matado de manera “involuntaria”, según el fiscal de Grenoble, Jean-Yves Coquillat.

Una confesión que ha tardado casi medio año en hacer, para angustia de la familia de la niña y de todo un país que no ahorró en esfuerzos por encontrar a la pequeña y que durante todo este tiempo se preguntó si podía estar aún viva, aunque esa posibilidad, con el paso de los meses, se fue haciendo cada vez más lejana. Tras negar insistentemente cualquier responsabilidad en la desaparición de Maëlys, la resistencia de Lelandais acabó por quebrarse cuando la policía le mostró una última prueba recientemente recuperada: una muestra de sangre recogida del maletero de su coche que se correspondía con la de la pequeña. En ese momento, explicó el fiscal, Lelandais aceptó romper su silencio y llevar a los agentes al lugar donde enterró el cadáver de la niña, en un lugar próximo a su domicilio.

Este mismo miércoles, Lelandais, un exmilitar de 34 años que también había sido invitado a la boda, reconoció que “mató a Maëlys de manera involuntaria y que se deshizo del cuerpo. Además, pidió disculpas a los padres de Maëlys”, declaró el fiscal en rueda de prensa.

Por el momento no está claro cómo y por qué mató Lelandais a la pequeña. Tanto no ha querido confesar aún, según Coquillat.

Para las autoridades locales, nunca hubo duda alguna en torno a la responsabilidad de Lelandais, detenido poco después de la desaparición de Maëlys en la madrugada del 27 de agosto, cuando participaba junto a sus padres y otros familiares en una boda en Pont-de-Beauvoisin, una localidad de 3.500 habitantes cercana a la frontera con Suiza e Italia. Su rastro se perdió poco antes de las 3 de la madrugada. Las sospechas iniciales de que pudiera tratarse de un secuestro se tornaron en una certeza de que algo mucho peor había sucedido cuando, pese al intenso despliegue policial desatado y la fuerte mediatización del caso, pasaba el tiempo y Maëlys seguía sin aparecer.

Las autoridades sospecharon rápidamente de uno de los invitados, Lelandais, que había mostrado un comportamiento “sospechoso” tanto durante la boda —se ausentó en varias ocasiones, en momentos concordantes con la desaparición de Maëlys— como después. Al día siguiente, fue a lavar su coche de manera minuciosa. Nadie creyó su versión de que lo había hecho porque quería vender el vehículo. Las pruebas se fueron acumulando: se halló una muestra de ADN de la pequeña en el salpicadero de su coche e imágenes de cámaras de vigilancia de esa noche mostraban una “silueta frágil en un vestido de color blanco” como el que portaba Maëlys a bordo del coche de Lelandais. Suficiente como para que se le inculpara por “homicidio precedido de secuestro” y se le pusiera en detención preventiva. Pero Lelandais seguía proclamando su inocencia contra viento y marea —solo reconoció que habló con Maëlys durante la boda y que le enseñó unas fotos de sus perros— y la niña no aparecía.

El hallazgo de sus restos acaba con una larga y angustiosa búsqueda, pero no termina con las sospechas en torno al exmilitar. Lelandais está imputado además desde diciembre por el asesinato de otro militar, Arthur Noyer, de 24 años. El joven cabo desapareció en abril del año pasado cuando hacía autostop en Chambéry, a solo 30 kilómetros de donde cuatro meses después se esfumó Maëlys. En diciembre se confirmó que los restos de un cráneo humano hallado en septiembre cerca de la zona donde desapareció eran de Noyer. Lelandais era un cliente habitual del bar donde fue visto por última vez el militar. Además, los teléfonos del joven y del acusado sitúan a ambos en la misma área en el momento de su desaparición. La noticia de su inculpación levantó las sospechas de que Lelandais pudiera ser un asesino en serie. Desde entonces, las familias de 11 personas desaparecidas en la región han pedido a las autoridades que investiguen si el ahora asesino confeso de Maëlys es también responsable de la desaparición de sus seres queridos.

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