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Maduro, en busca de un salvavidas en Turquía

erdogan y maduro
Recep Tayyip Erdogan y Nicolás Maduro, el pasado 9 de julio en Ankara.

El chavismo repite una vez más el guión cubano, el de los Castro, el de «una revolución pisada por el imperialismo de EE UU»

16 de julio de 2018 – Agencias.

Un salvavidas, eso es lo que buscó Nicolás Maduro en Turquía. Su amigo y aliado Recep Tayyip Erdogan, autócrata y primer mandatario turco acusado de implantar una tiranía en ese país, ha facilitado el encuentro del presidente de Venezuela con empresarios turcos: «Hemos traído un documento completo de todas las oportunidades de inversión. Es el primer escenario donde Venezuela sale con una propuesta de inversión detallada», afirmaba la semana pasada el primer mandatario caribeño.

Petróleos de Venezuela, la empresa del Estado más importante del país, está prácticamente quebrada. La corrupción y la improvisación traen como consecuencia, entre otras cosas, una caída diaria en la producción de petróleo de medio millón de barriles con relación a 2017, lo que resulta una cifra espeluznante para el nivel de dependencia que tiene el país con respecto a su producto de exportación más importante.

En este sentido, Maduro intenta diversificar la economía: «Hermanos turcos, Venezuela está avanzando en lo que podría ser la primera reserva de oro del mundo. Estamos haciendo inversiones para ser una potencia exportadora de oro». Sin embargo, lo que los «hermanos turcos» deben saber es que el problema no es de la materia que se comercia, el problema es quién lo maneja. Invertir en el país caribeño con el Gobierno actual, más allá de ser una incertidumbre, es la certeza de un mal negocio. Invertir en la Venezuela de hoy es depositar dinero en un «hoyo negro». Maduro es quizás de los peores pagadores del mundo. Las deudas son incontables, incluso con sus socios más cercanos, como los chinos.

Según Jorge Arreaza, canciller de Venezuela, «Erdogan es un aliado importante para menguar el bloqueo de Estados Unidos a su país». Se repite el guión cubano, el de los Castro, el de una «revolución pisada por el imperialismo norteamericano». Con la misma bitácora, Cuba ha estado sometida a una férrea dictadura durante 60 años. En su supuesto aislamiento, buscó en la Unión Soviética un refugio. Hoy Maduro no tiene un bloque soviético, sin embargo encuentra en Turquía, Rusia, Irán, China… el apoyo y consideración necesarios para contrarrestar la necesaria denuncia, preocupación y sanciones de EE UU, Canadá y la mayoría de países europeos.

«Desde 2010 hasta hoy hemos construido un camino de intercambio productivo con nuestros hermanos de Turquía. Invito a todos los empresarios e inversionistas turcos a ampliar esos lazos para avanzar hacia el desarrollo. La prosperidad es el sueño de todos los pueblos del mundo», fueron palabras de Maduro a través de su cuenta de Twitter.

Retórica vacía, sin sentido. Otro intento más de cooperaciones y acuerdos que no resultarán en beneficio de los venezolanos, que hoy son los que más sufren, sino que se convertirá en otra caja negra llena de corrupción.

El mundo democrático deberá alzar la voz una vez más, para denunciar y alertar del fraude comercial que dos países y dos gobiernos dictatoriales acaban de sellar.

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