La nación

Muere a los 77 años Dr. John, el gran músico de Nueva Orleans

Dr John en Londres
Dr. John, durante una presentación en Londres, en 2012.

El compositor y cantante, ganador de seis premios Grammy, ha fallecido en su ciudad natal a causa de un ataque al corazón

7 de junio de 2019 – Agencias.

Malcolm John Rebennack Jr., más conocido como Dr. John, ha muerto este jueves tras sufrir un infarto, a los 77 años. A lo largo de más de medio siglo, fue una de las caras más visibles de la exuberante música de su ciudad natal, Nueva Orleans. Aunque solo tuvo un gran éxito en su carrera —Right place, wrong time (1973)— mantuvo su presencia en directo y una intensa actividad discográfica hasta tiempos recientes.

Tiene mucho de paradójico el hecho indiscutible de que Dr. John fuera la encarnación de una de las grandes tradiciones afroamericanas de Nueva Orleans: el piano de rhythm and blues. De hecho, su instrumento original era la guitarra eléctrica, hasta que una bala inutilizó el dedo índice de su mano izquierda. Disfrutó, justo es reconocerlo, de las enseñanzas de grandes maestros de los teclados, de James Booker a Professor Longhair, músicos prodigiosos que fallecieron prematuramente.

En realidad, aunque sacó discos bajo su nombre en sellos modestos, no parecía tener vocación de solista. Prefería las labores oscuras de compositor, músico de estudio y productor en el estudio de Cosimo Matassa; también proporcionaba acompañamiento a figuras que, algo muy habitual hasta bien entrados los años sesenta, llegaban sin banda propia a actuar en Nueva Orleans. Dada la naturaleza de su música favorita, también suponía un problema el color de su piel, aunque ese detalle carecía de importancia en el submundo de delincuentes y drogadictos donde se movía.

Una condena por narcóticos, unida a una campaña contra la vida nocturna del fiscal Jim Garrison (luego santificado por Oliver Stone en JFK), le obligó a trasladarse a Los Ángeles, donde prosperaba una pequeña colonia de instrumentistas procedentes de Nueva Orleans. Allí, aprovechando los tiempos muertos en sesiones de grabación para Sonny & Cher y otros, fue forjando el personaje de Dr. John Creaux, alias The Night Tripper. Supuesto descendiente de un brujo del siglo XIX, era un creyente que reinventaba el folclore del vudú de Luisiana, los carnavales de Nueva Orleans, los lamentos de la temible prisión estatal de Angola, con cantos corales y ritmos globalistas.

Los primeros discos de Dr. John, calificados como “psicodélicos” a falta de mejor etiqueta, solo causaron gran impacto entre la aristocracia pop de Londres: Eric Clapton, Mick Jagger o Graham Bond, que participaron en su cuarto trabajo, The sun, moon and herbs (1971). Fue al año siguiente cuando, desde el sello Atlantic, le hicieron perder definitivamente el pudor a cantar y le empujaron a recuperar la opacada tradición del rhythm and blues de Nueva Orleans, rica en éxitos pero escasamente valorada, lo que logró con el enciclopédico disco Gumbo. En 1973, llegó al gran público con In the right place, producido por Allen Toussaint con el músculo instrumental de The Meters: allí estaba la citada Right place, wrong time o la muy golfa Such a night.

Atención: ninguno de estos discos se grabó en Nueva Orleans. O Dr. John tenía allí cuentas legales pendientes o bien no se fiaba de sí mismo: seguía consumiendo heroína. Fuera del sello Atlantic, su carrera fue dando tumbos. Participó en Triunvirate, un supergrupo imposible con Mike Bloomfield y John Hammond Jr. Durante unos años, parecía una presencia bonachona, requerida por las superestrellas para que aportara los fuertes sabores de su ciudad natal: lo mismo aparecía en The last waltz, el concierto de despedida de The Band, que cantaba un villancico con Christina Aguilera.

Para fortuna de los aficionados, las necesidades económicas le empujaron a apuntarse a todo tipo de propuestas discográficas, desde discos de piano solo a homenajes a Duke Ellington, Louis Armstrong o Johnny Mercer, que resolvía con elegancia y profesionalidad. La amistad con el compositor Doc Pomus le proporcionó material fresco, aparte de la oportunidad de trabajar en discos de prestigio firmados por artistas negros como B. B. King (There must be a better world somewhere, 1981) o Johnny Adams (The real me, 1991).

Frágil y machacado por la vida, en persona Dr. John solía parecer un anciano venerable. Era una pose de superviviente: su autobiografía, Under the hoodoo moon (1994), contenía páginas de extraordinaria crudeza, aparte de revelar su capacidad para el rencor (y su sospecha de que muchos de sus famosos admiradores vampirizaban su arte). Bien aconsejado, optó por potenciar su imagen afable: cosechó abundantes premios Grammy y le llegaron suculentos encargos para cine y televisión.

Aunque residente en Nueva York, acudió al socorro de Nueva Orleans tras la catástrofe del huracán Katrina. La ciudad y el Estado de Luisiana se lo agradecieron con diversos honores en 2017. Fue entonces cuando se descubrió que Rebennack había nacido en 1941, no en 1940, como constaba en todas las biografías oficiales. El hombre tuvo que reconocer que era otra pillería más: se echaba un año de más para tocar en locales vetados a los menores de edad. Puro Nueva Orleans.

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