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Nueva noche de violencia en Cataluña con coches quemados y ácido contra los Mossos

encapuchados en Barcelona
En la foto, encapuchados en los altercados de esta noche en la Gran Vía de Barcelona.

20 personas detenidas y 52 asistidas por los servicios sanitarios durante los disturbios

16 de octubre de 2019 – Barcelona – Agencias.

Barcelona volvió a vivir este miércoles una noche de disturbios y graves incidentes que, pasada la medianoche, incluían la quema de una decena de coches o el lanzamiento de ácido y de cócteles molotov contra los Mossos y de cohetes pirotécnicos contra un helicóptero policial. Hasta 45 fuegos ardían, según el Ayuntamiento, en el centro de la ciudad, convertido por segundo día consecutivo en un campo de batalla. Había menos jóvenes enfrentándose a los agentes, pero lo hacían de una forma más contundente. Al menos 20 detenidos y 52 asistidos por los servicios médicos fue el saldo de más de cinco horas de violencia.

El tercer día de protestas dejó de nuevo el olor a barbacoa por todo el centro de la ciudad. Grupos de jóvenes, tapados con capuchas algunos y otros a cara descubierta, iban cruzando contenedores y prendiéndoles fuego. La escena del martes se repetía, aunque con una variante: no eran tantos, pero actuaron con más contundencia contra la policía hasta el punto de hacerles retroceder.

Los incidentes comenzaron pasadas las nueve de la noche. Grupos de jóvenes lanzaron botellas, latas y otros objetos a los agentes de los Mossos que custodiaban la sede del departamento de Interior, convertido en el blanco inicial de la violenta protesta. Los altercados se produjeron tras la concentración convocada por los Comités de Defensa de la República (CDR) en la confluencia de la Gran Via con la calle de Marina, en el corazón de la ciudad. La manifestación reunió a unas 22.000 personas, según la Guardia Urbana, que en principio desfilaron de forma pacífica. Los altercados se desataron cuando algunos de los concentrados se desplazaron hasta la sede de Interior, en la confluencia del paseo de Sant Joan y Diputaciò. En ese punto, algunos de los manifestantes zarandearon las vallas que resguardaban las inmediaciones del departamento de Interior.

Empezaron entonces los lanzamientos de papel higiénico y los gritos que pedían la dimisión del consejero, Miquel Buch. El ambiente se fue tensando y partir de ahí, los mossos utilizaron sus furgonetas para presionar y desplazar a los manifestantes hasta la plaza de Tetuán y a otros puntos del entorno de esa parte del Eixample barcelonés.

Simultáneamente, se iniciaron los lanzamientos, las cargas y los incendios en una imagen muy parecida a la de la noche del martes cerca de la Delegación del Gobierno. Parte de los contenedores ardieron en la calle de Casp con Nàpols. Muy cerca, donde las llamas alcanzaron un local, se vivieron algunos momentos de angustia.

En Roger de Flor, un padre bajó con su bebé en brazos, gritando, al ver que las llamas se colaban por la fachada de su edificio. Los bares y los hoteles de esa zona bajaron persianas y cerraron las puertas con gente resguardada en el interior, viendo las carreras por la calle. En ese lugar se produjeron varios heridos, y al menos una joven recibió un pelotazo en la cabeza. “No sé muy bien como ha sido”, decía sentada en un banco, mientras era atendida por los sanitarios.

El fuego serpenteaba las calles de esa parte del Eixample y el humo se respiraba en buena parte de ella. Jaume Collboni, primer teniente de alcalde del Ayuntamiento, cifró en más de 50 los fuegos que se produjeron en esa zona del Eixample.

Muy cerca, las llamas de varios contenedores que ardían alcanzaron a una decena de coches que estaban estacionados y una motocicleta. Los vehículos ardieron cerca de una gasolinera que fue custodiada por agentes de la policía. Un grupo de personas desmontó un andamio de un edificio con la fachada en obras y lo utilizó para montar barricadas y prenderles fuego.

Fuentes de la policía autonómica destacaron que en un momento de los disturbios se habían producido lanzamientos de cohetes pirotécnicos contra uno de los helicópteros que sobrevolaba la zona. También explicaron que los agentes fueron blanco del lanzamiento de piedras de grandes dimensiones y de ácido contra una de las líneas policiales.

Antes de la medianoche, la policía había practicado una detención. Y los servicios de asistencia sanitaria realizaron 52 atenciones. El bloque más numeroso, 32, en Barcelona ciudad. Cinco en Girona, diez en Lleida —uno de ellos mosso— dos en Manresa, uno en Tarragona, uno en Sils, herido de gravedad, y otro Sallent (Barcelona). Entre los asistidos en la capital, se encontraban un cámara de Telemadrid y una fotoperiodista de El Nacional.cat.

Los altercados alcanzaron la Gran Via de Barcelona con tanta contundencia que agentes de los Mossos se vieron obligados a retroceder al filo de la medianoche. El repliegue de los agentes fue saludado con vítores por parte de los jóvenes que decidieron dar por terminada, en ese momento, la batalla. Para cambiar de lugar, porque varios grupos empezaron a desplazarse hacia la parte norte del Passeig de Sant Joan con Diagonal.

Otros fueron hacia el paseo de Gràcia que, de nuevo, se convirtió en escenario de disturbios muy parecidos a los del martes. En ese punto y en las calles cercanas a la Delegación del Gobierno —en Roger de Llùria con Mallorca— más de 200 personas encendieron hogueras e intentaron acercarse de nuevo a la delegación, la meta que no lograron el día anterior. Más contenedores ardieron en esas calles.

Varias furgonetas de la Policía cargaron e intentaron hacerles frente. Pero lejos de arredrarse, los manifestantes corrieron contra un grupo de agentes que se quedó solo en la vía. La policía les dispersó disparando pelotas de goma, hasta lograr resguardarse de nuevo en la calle de Mallorca. La tensión se masticaba entre los agentes, rodeados de hogueras.

Las carreras entre unos y otros se prolongaron durante más de una hora pero ya de otra forma: con grupos más pequeños que “mareaban” a los agentes que utilizaron sus furgonetas para obligarles a desplazarse de un lugar a otro y, evitar, sobre todo, que alcanzaran su meta; las vallas y el dispositivo policial que protegía la Delegación del Gobierno. Eran pequeños focos de barricadas pero que mantenían los disturbios cada vez más difuminados en el centro de la ciudad. Al filo de la una de la madrugada, no serían más de dos centenares repartidos en diferentes grupos.

Mientras, en la sede de la Consejería de Interior, los responsables de los dos cuerpos policiales que trabajaron conjuntamente, desde la ventana, hacían algo parecido a una supervisión de los destrozos que se veían en la calle.

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