Deportes

España gana a Irán de rebote y con el VAR

espana iran
El iraní Rezaian despeja el balón, que golpea en Diego Costa y se dirige a portería. SAEED KHAN. AFP.

La Roja supera a Irán con muchos apuros y estará en octavos si empata con Marruecos.

Costa marca con fortuna y el VAR confirma la anulación de un gol de la selección asiática

20 de junio de 2018 – Kazan – Agencias.

De rebote y con el buen ojo de un linier, validado por el VAR, España estará en los octavos de final si el próximo lunes 25 sella un simple empate con la eliminada Marruecos. Lo que ya parece sencillo, para nada lo fue frente a Irán, que dio la lata de lo lindo al equipo de Fernando Hierro. La selección iraní se amuralló durante una hora, lo que tardó Diego Costa en abrir las mil cerraduras rivales. Tan crudo le resultaba todo a España que Costa hizo el gol a medias con un zaguero que no ajustó del todo un puntapié. Tan huesuda estuvo la jornada para España que un chivatazo al árbitro de esos otros colegas del gran hermano del VAR dio la razón al asistente, que había señalado ya antes fuera de juego, y evitó el empate iraní. Sin gracia y más zozobra de la prevista, pero España ya tiene la clasificación a un paso.

Con el primer parpadeo del partido ya fue elocuente lo que le esperaba a España: un duelo con mucha correa. Porque hay que tener mucho aguante para descorchar a un rival graduado en una sola asignatura, la retaguardia. A cualquier jugador iraní que se le hubiera preguntado por su primer oficio hubiera respondido: centinela a jornada completa de la selección de fútbol. Y lo diría con orgullo, claro está. Solo hubo que ver cómo se abrazaban y animaban los chicos de Queiroz tras cada cobertura, después de cada auxilio. En el fútbol hay dos áreas, pero Irán, hasta el gol en contra, solo se ocupó de su espesa vallada. Y lo hizo con un convencimiento vietnamita, sabedora de que esa es su mejor vía para competir en un Mundial.

A lo suyo, Irán logró que a España (aún no ha sido la Roja, siempre de blanco en Rusia) se le encapotara el partido desde el inicio. Ni siquiera a esta selección, tan apologista del toque, le gusta jugar al balonmano con el adversario. Obligada a ir de forma lineal de orilla a orilla, el conjunto de Hierro metabolizó que estaba ante un partido gástrico. De los que exigen tanta paciencia como temple para evitar el desquicie.

El seleccionador español anticipó el regreso de Carvajal y apuntaló su banda con Lucas. Una medida que cambió el panorama a Silva, que ante Portugal apenas ligó con Nacho y Koke, los dos relevados ante los persas. Silva agradece que en su perímetro graviten jugadores de toque ágil y que le despejen la senda interior con sus vuelos por los costados. A Lucas, confuso, le costó dar el carrete necesario a Silva. Pese a ello, el canario fue el único en dejar alguna pisada en el primer acto. Frente a la montonera rival, a España le faltó una marcha, otro volumen al hacer circular la pelota. Y que no solo Isco se atreviera en el baile del uno contra uno. Cabía el riesgo. Con los once jugadores de Irán en las cuerdas de su área, una pérdida difícilmente hubiera derivado en una contra. A Irán, De Gea le quedaba en Marte.

Incómoda y sin dar con una rendija en la trinchera iraní, España quedó limitada a varios centros rutinarios que casi siempre agradecían sus adversarios, encantados de barrer el juego frontal. Al equipo de Hierro le faltó chispa, ingenio, pero el tiempo menguaba a su favor. Los rondos como el del primer tiempo acaban por agotar a quien no tiene el sustento de la pelota. Y cuando se entumecen las piernas es más probable que se nuble la cabeza y se pierda concentración. Así fue.

La segunda parte arrancó con una España más suelta. Lucas ensanchó mejor el campo, Iniesta subió de escala y Silva mantuvo el tono. La misma paciencia del primer tramo, pero con la pelota más dicharachera. Hasta que Iniesta hizo un control de autor que le permitió orientarse en dirección a Costa. Suficiente para que el manchego se ganara un espacio donde no lo había y para citar al ariete rumbo a la portería de Beiranvand. Rezaeian fue al cruce, pero su desvío rebotó en una rodilla de Costa y el balón se fue a la red. Una carambola de gol. Y una evidencia: Costa está iluminado, clava los suyos y, si no, lo hacen los contrarios por él.

El gol no tuvo el efecto previsto. Derribado el muro, España ya podía canalizar el juego sin tantos apretones. Y había que medir a Irán en su faceta menos diligente, el ataque. Pues resulta que la selección asiática peritó mejor el último tramo.

De repente, una España destartalada, sin patrón, más conservadora. Al tiempo, emergió una Irán con colmillo ofensivo. Ansarifard estuvo a un meñique de empatar con un remate raso. Al filo de la hora, Ezatolahi embocó tras un embrollo en el área de De Gea. Mientras los muchachos de Queiroz y sus ruidosos seguidores lo festejaban alborotados, el árbitro uruguayo Andrés Cunha recibió la confirmación del VAR. Se lo pensó y anuló el tanto. Vaya usted a saber si por lo que pareció un fuera de juego. O quizá por lo que también pareció un golpeo con la mano de Azmoun. Convendría que la FIFA y todos sus vares aclararan a la clientela los motivos de las condenas. Ni así se fundió la conmovedora Irán, que remó de forma afanosa hasta el final. España no pudo concluir la faena tras un barullo en una acción atacante de Piqué, y no encontró alivio hasta el cierre. No tuvo el gobierno que se le hubiera supuesto por su jerarquía y enfiló hacia octavos salvo descalabro en una última jornada en la que le vale igualar con la abatida Marruecos.

Lo más leído

To Top
Translate »