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MSF reconoce 24 casos de acoso o abusos en 2017 tras el escándalo de Oxfam

test de malaria
Personal de MSF comprueba los test de malaria que han realizado en una comunidad. ANNA SURINYACH. MSF.

Dos de las denuncias detectadas por la ONG, que tiene 40.000 empleados, han sido de acoso u hostigamiento contra pacientes

14 de febrero de 2018 – Agencias.

El escándalo de los abusos sexuales de trabajadores de Oxfam en Haití ha provocado que ahora salgan a la luz denuncias de otras ONG. La organización francesa Médicos sin Fronteras (MSF) ha reconocido este miércoles a través de un comunicado que el año pasado detectó 24 casos de acoso o abuso sexual. “Queremos ser lo más transparentes posibles”, explica la organización.

MSF, que en 2017 contaba con 40.000 empleados, despidió a 19 de sus trabajadores y sancionó, advirtió o suspendió al resto de implicados. La ONG ha precisado que los casos “abarcan abusos de poder, discriminación, hostigamiento y otras formas de comportamientos inadecuados”. Del total de 146 quejas o alertas recibidas por la administración de MSF a nivel global, 40 fueron identificadas como casos de abuso o acoso y de esos 40, 24 fueron confirmados como acoso o abuso sexual.

Dos de los casos de abuso sexual u hostigamiento fueron contra personas ajenas a la organización, es decir, pacientes o beneficiarios. “Las personas que abusan dentro de este sector siguen siendo una absoluta minoría y no se puede extrapolar a todo el tercer sector en general. Sería injusto”, sostiene al teléfono David Noguera, presidente de MSF en España (que cuenta con 6.000 empleados).

En el caso la rama española de MSF, hubo 14 denuncias el año pasado, 10 de ellas eran casos de “comportamiento inadecuado” entre miembros de la organización. La ONG no desvela si estas personas tenían la nacionalidad española ni los países donde se produjeron estos comportamientos. Aunque lo que sí admiten es que los abusos en todos los casos eran de hombres hacia mujeres. Tras las investigaciones pertinentes, se concluyó que no hubo ni violaciones ni menores involucrados en ninguno de los casos. Aun así, cuatro personas fueron despedidas y tienen desde entonces terminantemente prohibido volver a trabajar para MSF en un futuro.

En el caso de MSF España, los abusos o acosos consistieron en: un caso de discriminación (solucionada vía mediación); una ruptura parcial de las reglas de seguridad; dos casos de mala gestión del personal; y seis casos de acoso sexual, comentarios machistas, tocamientos sin consentimiento y propuestas reiteradas y no apropiadas. La ONG, sin quitar ni un ápice de gravedad a los casos denunciados, insiste en que es esencial distinguir entre niveles de abuso y que no todo puede caer en la misma cesta.

MSF tiene desde hace más de 15 años un código de conducta (revisable anualmente) y otros mecanismos para prevenir y gestionar las denuncias de actos reprobables a cualquier nivel. Primero se reciben las denuncias, después se catalogan según la gravedad y más tarde se toman las decisiones pertinentes, incluido el despido inmediato.

“Desde hace seis u ocho meses la organización ha designado a una persona específica para que compruebe si las normas y valores se implementan en los proyectos”, dice el presidente de la ONG en España. Como muchas otras organizaciones que trabajan en el terreno, existen materiales informativos —normalmente ilustraciones muy explícitas como un hombre acosando a una mujer— sobre lo que está prohibido. “Son dibujos para que se entienda en cualquier idioma y en cualquier cultura”.

A pesar de la existencia de estos códigos y guías de actuación frente a casos de abusos, el factor cultural y las circunstancias extremas en las que suelen trabajar estas organizaciones es muy importante para determinar el matiz. “No es lo mismo el contexto en Haití después del terremoto que otro lugar (…) tampoco es igual el trato a la mujer en un país árabe que en cualquier otro”, continúa el directivo para repetir inmediatamente que este tipo de situaciones, sea como sea, “no se pueden producir en MSF”.

Pero aunque las ONG potentes cuenten con mecanismos de gestión de abusos y actúen conforme a sus propias normas, resulta difícil a los directivos asegurar al 100% que esos comportamientos no se produzcan. Noguera se muestra satisfecho con las normas de la organización que preside y, en medio de todo el revuelo, recuerda que los valores de las ONG son más sólidos que muchas otras empresas del sector privado donde sin duda se han producido, y aún se producen, abusos sexuales.

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