La nación

El director nacional de emergencias: “Irma va a devastar Estados Unidos”

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La República Dominicana tras el paso del huracán Irma. FOTO: LUIS TAVÁREZ. (EFE).

8 de septiembre de 2017 – Miami – Agencias.

Florida ha comenzado la cuenta atrás para la colisión de Irma, el mayor huracán de la historia del océano Atlántico y con visos de provocar una catástrofe inédita. “Va a devastar Estados Unidos”, afirmó ayer el director nacional de emergencias, Brock Long. El presidente Donald Trump advirtió de que será un tifón de “proporciones épicas” y urgió a la población —unos seis millones de personas en peligro extremo en la costa este de Florida, con Miami como potencial zona cero— a “apartarse de su camino”.

En el Miami metropolitano ya se había ordenado el jueves la evacuación de más de 750.000 personas. “Llevo 60 años aquí y nunca había visto nada parecido”, reconoció consternado el alcalde de Miami-Dade, Carlos Giménez, un tipo curtido en mil batallas como exjefe de bomberos de la ciudad más grande de Florida. Se prevé que Irma toque tierra hoy por la tarde engullendo los cayos y se lance hacia el norte hasta golpear de frente a Miami. Además de los vientos huracanados de 250 kilómetros por hora —categoría 4, tras degradarse ayer un nivel desde el máximo— la gran preocupación es la subida del mar, que en las peores previsiones amenaza con inundaciones de cuatro metros de altura sobre el suelo. Infinidad de casas podrían quedar sumergidas.

El Gobierno federal se ha volcado con Florida ante Irma. Con el país traumatizado por las inundaciones del huracán Harvey en Texas, a finales del mes pasado, la Casa Blanca ha aprobado la declaración de emergencia en Florida y ha liberado todos los fondos necesarios y activado un despliegue militar. La Armada mantiene cuatro buques en alerta, dos de ellos junto a la costa de Florida con cientos de tropas listas para desembarcar. La Guardia Nacional tiene 7.000 efectivos preparados. Las Fuerzas Aéreas desplegarán un escuadrón de aviones cazahuracanes para monitorear la evolución de Irma. Los helicópteros de la Guardia Costera se han movilizado también para los rescates. El gobernador de Florida, el republicano Rick Scott, anunció que contaba con 7.000 voluntarios, pero señaló que le urgían otros 10.000. El político rogó a la población que obedeciera las órdenes de evacuación: “No podremos salvaros en medio de la tormenta”, advirtió. La tempestad liberada por el ojo del huracán durará unas 12 horas y se espera que en Miami abarque desde la noche de hoy hasta mañana, dejando a la metrópolis inundada, sin electricidad y sin agua corriente. Ayer ya había sido evacuado, entre otros, el lujoso complejo Mar-a-Lago, la llamada Casa Blanca de invierno del presidente Trump, junto al resto del rico condado de Palm Beach (sureste de Florida).

En las calles de Miami reinaba ayer la confusión. Era fácil encontrarse con gente que no le daba la debida importancia al huracán y que no tenía planeado evacuar sus casas. La mañana del jueves, la camarera Azucena Mayorga decía con fe: “Yo en nombre de Dios espero que solo sea una lluvia fuerte”. Sin embargo, el potencial destructor de Irma supera al del huracán Andrew de 1992, que mató a 65 personas, destrozó 65.000 casas y costó 26.500 millones de dólares. En los mapas comparativos, Irma es un monstruo dos veces mayor que Andrew.
A su paso por el Caribe, Irma ha sembrado la destrucción. Ayer se contaban alrededor de una veintena de muertos, la mayoría en las Antillas Menores y tres en Puerto Rico. San Martín y Barbuda quedaron arrasadas en un 95% según las autoridades. El primer ministro holandés, Mark Rutte, ha enviado soldados a la parte holandesa de San Martín para contener el pillaje de grupos de saqueadores armados con pistolas y machetes. Irma ya había azotado ayer a Cuba y las Bahamas. El tifón del siglo se encontraba aún a 650 kilómetros de Miami, pero pasado el mediodía, las palmeras empezaban a bailar. El Centro Nacional de Huracanes (NHC, por sus siglas en inglés) prevé grandes cantidades de lluvia acumulada hasta el martes en las islas caribeñas afectadas y los Estados de Florida, Georgia, Carolina del Norte y Carolina del Sur.

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