Editorial

El egoísmo (parte II)

El egoísmo

30 de julio de 2021 – por: El Director.

El egoísmo es la causa de nuestra destrucción como humanos. Hemos creado sistemas que funcionan para mantenernos dependientes, esclavizados e indignos de los regalos que la vida nos ofrece. Nuestra cultura materialista nos ha convencido de que necesitamos estas cosas para nuestra propia felicidad y supervivencia, pero lo cierto es lo contrario: el egoísmo es la causa de la miseria, el aislamiento y el fracaso. Sin autodisciplina y control interior, somos incapaces de crear satisfacción en cualquier sentido significativo de la palabra. De hecho, el mero hecho de pensar en esas cosas puede hacernos sentir más enfadados y más lejos de la felicidad

Aunque es tentador fijarse sólo en los aspectos ensimismados de nuestra personalidad, en realidad hay causas más profundas del egoísmo. Es el ensimismamiento el que da lugar a la ambición, que a su vez conduce a la guerra y a la opresión. Es el ensimismamiento el que crea la rivalidad y la guerra, que a su vez crea divisiones y odios dentro de las culturas. La enfermedad del ensimismamiento es lo que lleva a las personas a tratar mal a los demás, a negar su humanidad y a pretender que son mejores que los demás simplemente por su posición. En estos casos no hay escapatoria a los sufrimientos que resultan de nuestro ensimismamiento; sólo podemos remediar la situación dejando de participar en ella.

Y es que esta manera de pensar y actuar vino con nosotros, esta arraigada en nuestros genes, heredado de nuestros antepasados. El egoísmo es innato en nosotros y eso nos llevará a destrucción como especie. El egoísmo es un rasgo heredado. Tus genes influyen en la cantidad de dinero y esfuerzo que dedicas a tus propios intereses, y en tu disposición a compartir esos intereses con los demás…. Puede transmitirse de padres a hijos y tiende a aumentar con la edad. A pesar de lo que pueda decir la cultura popular, el egoísmo no se limita a los actos desinteresados de caridad; también se trata de actos egoístas que te ayudan directamente a ti y a tu familia. Como dijo el filósofo Thoreau

El egoísmo ha existido desde el principio de los tiempos. De hecho, es una de las fuerzas motrices del desarrollo humano. Lo que piensas y sientes por otro ser humano está determinado por el valor que te das a ti mismo. Si crees que otra persona tiene más valor que tú, buscarás dañarla. Y el daño es fácil: todos los días, sin aviso, sin remordimiento. Es fácil pensar que, como los demás tienen más recursos que tú, tienen derecho a tomar lo que quieran cuando lo quieran. Admitámoslo: los seres humanos son egoístas. No sólo de forma egoísta, sino de una forma que demuestra lo fundamentalmente diferentes que somos de nuestros parientes vivos más cercanos: los simios. El ser ha sido programado para sobrevivir y eso significa que quiere permanecer así. Eso significa que buscará la seguridad en su propia especie. Y si un grupo de seres humanos decide que no necesita más ayuda de otro grupo, es cuando empiezan los problemas de interés y egoísmo.

El egoísmo es la raíz de todos nuestros males, tanto físicos como morales. Nuestra impaciencia, nuestra bajeza, nuestra glotonería y pereza, nuestro sentido del derecho, todos esos vicios y vicios que nos hacen hacer el mal – son alimentados por el egoísmo. No puedes salvarte cooperando con los demás, trabajando juntos por el bien común. Simplemente no es posible.

El egoísmo engendra egoísmo. Cuando vives en una sociedad en la que otras personas dependen de ti para sobrevivir, no hay lugar para hacer cosas por ti mismo. Tienes que asegurarte de que cuidas de los demás tanto como de ti mismo y si los demás necesitan algo de ti, debes dárselo sin esperar nada a cambio. En este sentido, los seres humanos se han dividido en los que “necesitan” a los demás y los que “tienen”. El primer grupo no conoce los límites y no siente ningún remordimiento cuando actúa; el segundo es consciente de sus propios límites y es capaz de distinguirlos. El gen egoísta fue diseñado para promover el egoísmo. Nos hace querer juzgarnos a nosotros mismos y nuestra situación en lugar de mirar por los demás. Nos hace ver a todos los demás como menos importantes, aunque hayamos compartido un ancestro común con ellos. El gen egoísta llegó con el lenguaje, que nos permitió inventar palabras para describir cosas que no existían en realidad. Nos permitió juzgar adecuadamente las relaciones y decidir quién se llevaba la mejor parte.

Y esta forma de actuar de nosotros los humanos nos esta llevando a la destrucción de todo a nuestro alrededor, destruimos bosques, ríos y quebradas; lagos los convertimos en fosos de desechos, nuestros mares no se libran de los plásticos y el aire se envenena con nuestros humos y ¿porque hacemos esto los humanos? La respuesta es sencilla: dinero; con el que se compra todo y nos da poder, nuevamente el egoísmo sale a la palestra y el oro es solo una forma más de conseguir nuestras metas sin importar como lo hagamos, lo más importantes es ser mejores, estar en el tope, esa es nuestra única consigna.

Y ya no nos basta nuestro planeta azul, ya estamos mirando nuestros vecinos y más allá. Nuestro egoísmo es insaciable y miramos un futuro con asentamientos humanos en otro sitio fuera de nuestro sistema solar, las estrellas y más allá son nuestras metas y con ellas llevaremos la herencia de nuestro egoísmo que como un virus se ira esparciendo ¿hasta dónde? ¿vale la pena llevar más allá nuestra especie, tal y como somos? o nuestra inteligencia pudiera encontrar en un futuro muy cercano la cura contra esta circunstancia que nos obliga a ser como somos y al igual que con el Covid-19 tengamos la vacuna contra el egoísmo, solo a partir de ese entonces si valiera la pena pensar en las estrellas y más allá. Solo de esa forma si nos sintiéramos orgullosos de ser humanos y compartirlo con todo lo que nuestra mente alcanza.

 

El Director
Ing. Jairo Vargas
[email protected]
Latino News, LLC

 

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