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La huelga contra la reforma de las pensiones paraliza Francia

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Éxito de la primera jornada de paros en el transporte público y la educación

5 de diciembre de 2019 – París – Agencias.

Macron se juega su mandato a una carta: la reforma de las pensiones, la más ambiciosa de las que lleva hechas y con la que han ido tropezando una y otra vez los sucesivos presidentes de la V República. Su prueba de fuego ha comenzado este jueves con una huelga que, sin ser de carácter general, ha tenido en la práctica categoría de serlo porque ha involucrado a muchos sectores de la vida del país, entre otros el transporte y la educación. La huelga masiva en el transporte ferroviario, con un 90% de ferrocarriles de larga distancia anulados así como la mayoría del transporte urbano en las grandes urbes francesas, ha marcado una jornada que va a tener continuación en los días sucesivos sin que nadie sepa a ciencia cierta cómo terminará este pulso a cara de perro entre el Ejecutivo francés y los sindicatos por una reforma de la que tan sólo se conocen las líneas generales. El Gobierno de Macron da por hecho que la huelga se prolongará varios días y que en este juego de erosión con la opinión pública como juez puede decidirse el futuro político del presidente.París amanecía este jueves sin transporte y, los trabajadores que no han podido optar por el teletrabajo, han tenido que ingeniárselas desde compartiendo coches hasta tomando bicicletas o patinetes, o simplemente caminando durante largas horas bajo un intenso frío. El hecho de que los franceses hayan sido previsores desde hace semanas para organizarse ha permitido evitar la imagen de un país completamente paralizado.

Algo más de la mitad de los profesores de primaria se han sumado al paro y cuatro de cada diez en la secundaria según cifras ofrecidas por el ministerio de Educación. Además la huelga en las imprentas ha dejado los quioscos sin la prensa del día en papel y la Torre Eiffel ha cerrado a los turistas. A partir de mediodía, se habían convocado 245 manifestaciones en todo Francia, que han reunido a un millón y medio de manifestantes por toda la geografía gala según el sindicato CGT, cifra que las autoridades reducen a la mitad. En la de París se han producido algunos incidentes y al cierre de esta edición ya se contaban más de 90 detenidos.

Macron se muestra abierto a discutir detalles de la reforma, pero no a retirarla. Su objetivo fundamental es el de unificar los 42 regímenes especiales en un solo modelo que funcione a través de un sistema por puntos del que todavía se desconocen los detalles pero que deberían comenzar a debatirse en el primer trimestre de 2020. El Gobierno ya daba por descontado el éxito de la movilización de este jueves, y ahora a sabiendas de que los paros continuarán hoy viernes en el transporte, elemento fundamental para parar la actividad de los grandes núcleos urbanos, la atención comienza a centrarse en lo que pasará el próximo lunes, fecha que muchos analistas consideran clave. Será el verdadero termómetro que marque hasta dónde están dispuestos a llegar unos y otros.

El Gobierno intenta ganar la batalla de la opinión pública sabiendo que tiene un valioso dato que juega a su favor: un 61% de los franceses está a favor de armonizar la jubilación según un último sondeo de IFOP aparecido el pasado domingo. “Se trata de acabar con el privilegio de algunos”, es la frase de manual que repiten hasta la saciedad los miembros del gobierno por los platós de radio y televisión. La reforma terminaría, por ejemplo, con el sistema especial para la Sociedad Nacional de Ferrocarriles donde los trabajadores pueden retirarse desde los 52 hasta los 57 años, según categorías, frente a los 62 años del resto de media.

Y al mismo tiempo, como si de una estrategia diseñada al más puro estilo Macron, el gobierno tiende la mano y se muestra flexible con el calendario así como con una incorporación muy escalonada de los diferentes sectores al régimen único. Entre las concesiones que ha insinuado el Ejecutivo figura un aplazamiento de la entrada en vigor de la reforma para que no se aplique hasta la generación nacida en 1975. Y en esto puede estar precisamente la clave, en el calendario. Una y otra parte dan por descontada que Francia tendrá que terminar reformando su complejo sistema pero determinar el año en el que comience a aplicarse la reforma podría desactivar a parte del sindicalismo y que Macron logre pasar su reforma de forma mucho menos ambiciosa y más diluida en el tiempo. Lo cierto es que la reforma de las pensiones es la gran emboscada en la que tarde o temprano acaban cayendo todos los gobiernos franceses. Una especie de maldición política con tradición en Francia. Otros ya lo han intentado y en la mayoría de casos acabaron dando marcha atrás cuando vieron las orejas al lobo.

El precedente más conocido es el de 1995, cuando tres semanas de movilizaciones acabaron forzando a Alain Juppé, primer ministro de Jacques Chirac, a retirar una reforma parecida a la de Macron. Pero las cifras son tozudas y no engañan: El déficit de las pensiones superará los 10.000 millones de euros en 2025 y los 20.000 en 2030. La población envejece y la vida se alarga: cada vez hay menos activos para sostener a los jubilados. Francia, tiene que encarar, además de esta realidad que afecta a las economías de bienestar de varios países occidentales, su propia y compleja particularidad de los regímenes especiales.

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