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Una ONG marroquí denuncia el traslado forzoso de 7.700 subsaharianos al sur del país

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Un grupo de migrantes subsaharianos, en septiembre cerca de Tánger. FADEL SENNA. Getty Images.

La asociación afirma que no se veían estas violaciones de derechos humanos contra migrantes desde 2005

11 de octubre de 2018 – Rabat – Agencias.

Los desplazamientos forzados de migrantes subsaharianos desde Tánger hacia ciudades marroquíes del sur comenzaron en junio y no han parado. El Grupo Antirracista de Acompañamiento y Defensa de Extranjeros y Migrantes (Gadem) dio a conocer este jueves en Rabat un informe en el que afirma que han sido trasladados desde el norte del país a otras ciudades del sur al menos 7.700 “personas negras no marroquíes”. De ellos, al menos 89 han sido devueltos a sus países de origen.

La ONG aclara que utiliza la palabra “negra” para insistir en el hecho de que todos ellos han sido arrestados y desplazados teniendo en cuenta el color de su piel y su procedencia de fuera del país. Los responsables de Gadem aseguran que ese dato de 89 expulsados, entre los cuales había seis menores, no se producía desde la crisis migratoria de 2005 registrada en las fronteras de Ceuta y Melilla.

En septiembre de 2005 murieron tiroteados cinco inmigrantes subsaharianos cuando las fuerzas de seguridad de España y Marruecos intentaron detener el salto a la valla de 600 extranjeros. En octubre de aquel año fallecieron tiroteados por las fuerzas marroquíes en la frontera de Melilla otros seis subsaharianos. En agosto pasado, durante un traslado forzado en autobús hacia el sur del país, dos migrantes de Malí fallecieron al saltar del autobús que les trasladaba, según denunciaron diversas asociaciones humanitarias. Uno de ellos era un adolescente de 16 años.

Las condiciones en que se están produciendo los arrestos y traslados, según Gadem, están fuera de cualquier norma jurídica y son “una vergüenza” para Marruecos. La mayoría de las detenciones se produjeron en la ciudad de Tánger y alrededores. “En muchos casos, según el informe, los detenidos se veían obligados a dormir en el suelo de una comisaría. El panorama que describe Gadem solo encuentra precedente en la crisis migratoria de 2005. “Ha habido violencia cotidiana, represalias en caso de resistencia, numerosos heridos y enfermos no atendidos”, señala Abderramán Tlemçani, presidente de la asociación.

Gadem cree que Marruecos desempeña un “juego peligroso y contradictorio” al pretender contentar por un lado a sus socios de la Unión Africana erigiéndose en “líder” de la migración y portavoz del “África de los pueblos”, mientras por otro quiere contentar a la Unión Europea mediante “una política extremadamente represiva y violenta contra los migrantes”.

La asociación basa sus cifras de 7.700 desplazados y 89 expulsados en los testimonios recogidos entre los propios migrantes. Camille Denis, miembro de la asociación, asegura que las cifras podrían ser incluso mayores, pero ellos han decidido estimar a la baja las cifras que les facilitaban los propios migrantes con los que conseguían hablar.

Entre los 26 testimonios recogidos para redactar el informe sobre los 89 expulsados a sus países de origen está el de una senegalesa que afirmaba el pasado 2 de octubre: “La policía ha venido a casa [en Tánger]. Han roto la puerta y se han llevado a todo el mundo salvo a mí, porque les he dicho que estaba embarazada”.

Los migrantes suelen ir esposados de dos en dos en los autobuses que les transportan hacia el sur o bien a un aeropuerto para ser devueltos a sus países. Un senegalés comentó a la asociación su experiencia: “La primera vez que una persona quiso hacer sus necesidades le dieron una botella vacía. Después, condenaron la segunda puerta del bus para las necesidades. Había 24 personas en el bus”.

El proceso de entrada en el avión que les llevará a su país desde el aeropuerto de Casablanca Mohamed V es relatado por un camerunés: “Si el autobús llega a las 16.00 horas al aeropuerto, permaneces en el autobús hasta que salga el avión, aunque salga a las 21.00. Cuando saben que el avión va a despegar te hacen entrar en el aeropuerto. Cuando pasas delante de los pasajeros te quitan las esposas. Y después te las vuelven a poner”.

Los migrantes que van a ser expulsados suelen ser detenidos antes en la comisaría central de Tánger. La ley señala que solo se les puede retener en dicha dependencia 24 horas, salvo que el presidente del tribunal de primera instancia autorice una prolongación de hasta 15 días. “Pero en la práctica”, según la ONG, la mayoría de los detenidos pasan entre tres días y un mes sin que exista una notificación expresa del juez.

En el momento en que Gadem hizo público este informe se encontraban detenidas en la comisaría central de Tánger 48 “personas negras”. “Algunos de ellos eran cameruneses arrestados desde comienzos de septiembre”, según la ONG.

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